El otro día en una conversación, con un gran profesional y una gran persona, me comentaba que para todo en esta vida hay que poner límites. Me decía que esta vida es como un partido de fútbol en el que si el balón sale de las líneas establecida, saca el equipo contrario; tienes tu penalización....
No sé la verdad como aterrizamos hablando de ello, pero la cuestión es que luego yo me fui reflexionando y pensando cuáles podían ser los principales límites o barreras que no se deben saltar en ningún contexto. Esto según mi percepción, porque cada uno marca sus fuera de juego, pone sus líneas en su campo; cada uno es el árbitro de su vida y de las personas o equipo que tiene bajo su responsabilidad o a su cargo.
Yo no tardé mucho en decidir que los míos estaban ahí, no explícitamente, pero implicítamente son mi base: el respeto y la sinceridad, dos claves - valores que te permiten, por lo menos a mí ir donde quiero y con quien quiero. Si respetas en el concepto más amplio; al otro, al entorno..... y si siempre, aunque a veces cueste, eres sincero, las puertas de la mayor parte de los sitios, personas..., o por lo menos de los/as mejores las tendrás abierta.
Sólo dos límites, o sólo dos llaves para que tu camino sea más sencillo, más llano, más real y pueda la gente confiar en tí y seguramente te proyecten y te devuelvan lo mismo.
Esto es valido para nuestra vida personal, social y por supuesto para nuestra vida profesional, tanto antes de entrar a una organización, como una vez estás dentro, y tanto con tu equipo de trabajo, como con proveedores, clientes....
