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miércoles, 24 de abril de 2019

El mago y la poción para el éxito

El mago y la poción para el éxito

Cuenta la historia que en un país muy lejano existía un mago que podía lograr todo. Este hombre llevaba una vida austera pero era muy feliz y estaba satisfecho con lo que tenía. La gente comentaba de este mago como el más grande sabio de su tiempo.

Un buen día, el mago recibió la visita de un joven quien había quedado prendado de la hermosa hija del rey. “Mago, enséñame o dime qué hacer para enamorar a la princesa y te cubriré con todo el oro que quieras”, le dijo. El mago aceptó.

“Lo primero que tendrá que hacer es buscar pasar tiempo con la princesa para ir conociéndola. A ella le gusta montar a caballo, así que vaya y cabalgue en los mismos bosques que ella”, dijo el mago. El joven con mala cara le respondió:“Me gustaría, pero mi caballerizo es un patán, los caballos dan pena, están sucios y con heridas y aunque le he dicho que haga bien su trabajo, no lo hace”.El mago le dijo sorprendido: “¿Y por qué no lo despide al caballerizo?”. El joven le aseguró que llevaba trabajando tanto tiempo con su familia que no le gustaría enemistarse con él. 

Entonces el mago continuó… “Veremos otro método. Podría entonces mostrarse muy atractivo ante la princesa. Llame su sastre y que le haga unos trajes elegantes que le queden muy bien”. El joven dijo:“Eso es imposible, mi sastre es muy caro y si le pido algo barato es un desastre. Al final le pido que lo arregle y otra vez sale carísimo. Mi padre me ha suspendido el dinero para la ropa”. 

El mago lo miró al joven, meneó la cabeza y le indicó: “Entonces, muéstrele a la princesa sus buenos dotes de liderazgo. Haga una demostración de maniobras militares para verse como gran estratega y guerrero”. El joven que parecía a punto de llorar le dijo: “Mago, no sabes lo que dices, esos hombres tienen una rutina muy marcada y cuando les cambias el plan empiezan a quejarse, desobedecen… tendré muchos problemas con ellos si intento hacer algo así”.

El mago un poco cansado por las respuestas del joven le dijo: “Está bien, entonces tengo la solución.  Tome esta poción y haga gárgaras cada noche antes de acostarse. Por esta le cobraré mil monedas de oro. En poco tiempo la princesa acabará rendida a sus pies”. “¡Sí, eso es lo que necesito! Eres un gran mago. Si la poción funciona, no solo habrás ganado las mil monedas sino te cubriré de oro”. 

El joven tomó la poción e hizo gárgaras, un mes, dos, tres,… la garganta se le enrojeció y casi perdió el habla. La princesa no daba muestras de notar su existencia. Pasó un año y nada. Enfurecido, fue a buscar al mago. “¡Me has engañado!”, le gritó al mago. El mago le dijo sonriendo: “Mi señor, no puede culparme, pensé que si el caballerizo, el sastre y sus hombres lo tomaban por tonto, yo debería quizá probar suerte”.


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