Hay un momento en nuestra vida personal, familiar, social, profesional o incluso en todas ellas que lo vemos todo gris, por circunstancias diversas; salud, trabajo, problemas familiares.... En ese momento no hay un rayo de luz por ninguna esquina, y por mucho que la gente nos diga que lo hay o lo habrá, nosotros creemos que no es así.
En ese instante te sientes muy pequeño y que poco puedes hacer para que eso cambie, y por si fuera poco no tienes fuerzas ni mentales, ni físicas para generar ese cambio.
Cuando abres un ojo ves que todo sigue, menos tú, que todos avanzan y continúan con sus vidas, y que la tuya se ha parado, ha frenado de repente y por lo tanto se está alejando del resto, porque ellos siguen, tienen que seguir, y tu no.
!Qué difícil!, ¿Qué hacer? ¿A qué aferrarse cuando hay tanto cansancio, desgana y sobretodo mucho miedo porque la situación no cambie o incluso empeore?
Es en ese momento cuando decides mirar hacia arriba por si acaso, una vez más, y ves que si que hay una pequeña luz como te dicen, eso sí; mucho más pequeña de los que los otros te cuentan, pero ahí está y es tu posibilidad para agarrarte a ella como una lapa y aprovecharla el máximo tiempo posible, y estirarla para que arrastre al resto y se haga más grande, aunque sea una gota más. A medida que lo vas consiguiendo te sientes mejor, eso sí; no tanto o no tan rápido como te gustaría, pero tienes algo.
En ese momento de la pequeña luz; es cuando te viene a la mente un día de tu vida normal, y adoras y añoras ese día normal, un día de rutina, y te das cuentas que todos los momentos hasta los más comunes son tan importantes, son tan enriquecedores, y tan especiales.
Piensas que si sales de esta vas a valorarlo todo, vas a enfrentarte al vida, o mejor dicho a vivir la vida de otra forma, con otra calma, y sin duda desde otra perspectiva, porque esa nube ha dejado huella en ti y en tu entorno, pero sobre todo en ti, en tu interior. Una cicatriz que irá mejorando, pero que ahí estará para recordarte que somos mucho, y al mismo tiempo poco.
Una cicatriz que te acompañará con quien estés y a donde vayas, y antes y después, una cicatriz que te recordará que hoy el cielo esta azul, pero que mañana se puede nublar, y que no todo es para siempre, pero que sin duda, mientras el cielo este azul, tu levantarás la cabeza para mirarlo y para valorarlo.
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