Cada día usamos más palabras inglesas que aplicamos a conceptos del entorno laboral, mentoring es una de ellas.
Podríamos pensar que se trata únicamente de un proceso de aprendizaje en el cual el alumno está tutorizado por un superior. Sin embargo, esto sería únicamente el mínimo a cumplir cuando se acoge en una empresa a un alumno en prácticas.
Por lo que, ¿entendemos realmente su significado más allá de la pura definición?
Quizá tenemos la creencia errónea de que el mentor es aquella persona que enseña a un joven trabajador por afinidad o por un motivo concreto como puede ser un despido reciente o una jubilación que crea la necesidad de formar a esa persona para un puesto en un tiempo limitado.
Hay que ver otras posturas, el mentoring en sí mismo es, según mi opinión, una de las mejores formas de aprendizaje pues un buen mentor puede enseñarte en meses a desarrollar una serie de habilidades realmente útiles para un desempeño eficaz (independientemende de la edad del mentor y del aprendiz).
Por supuesto es cuestión de ambas partes, no solo el mentor enseña, sino que debe existir también una predisposición a aprender y esto solo se consigue cuando se asume desde un principio por parte del alumno que la otra persona es experta y por parte del tutor que del alumno también se puede aprender, y hay que adaptarse a él, para realizar un buen mentoring. Cuando el aprendizaje es bidireccional es siempre mucho más completo y eficaz.
Cualquier persona que haya realizado unas prácticas estará de acuerdo conmigo en que, se empiezan con un objetivo general, el de poner en práctica los conocimientos teóricos y, si las prácticas han sido eficaces, se finaliza con una visión totalmente opuesta que en gran medida depende del entorno de trabajo.
Se aprende mucho de las relaciones personales, de la comunicación diaria y del contacto con el mundo laboral real, pero sobretodo se aprende cuando se derriba la principal barrera y es que, no estamos acostumbrados a compartir nuestro conocimiento con los demás, lo cual se convierte en una limitación para nosotros mismos.
Si creas un buen clima de trabajo en el que se potencien las habilidades de cada trabajador y se anime a compartir experiencias y conocimientos, la organización funcionará como un perfecto engranaje en el que cada miembro es útil y valioso.
En una empresa así cualquier alumno es recibido como se merece y probablemente, sólo por adaptación, se convierta en uno más.
Para acabar, en mi caso, el mejor aprendizaje es trabajar, trabajar y trabajar porque sin esfuerzo en la vida no se consigue nada, el reconocimiento viene después.
Os invito a que reflexionéis…todos hemos tenido alguna vez un mentor en nuestra vida ¿Cúal es el tuyo? o ¿Cúal puede serlo? ¿Aplicas sus enseñanzas?
Podría resumiros lo que aprendo de mis mentores en una sola frase.
“Saber hacer para saber mandar”Laura Díez.
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