Los Management Buy Out o MBO consisten en operaciones financieras en las que se
transfiere la propiedad de una empresa a un grupo de personas o entidades, ya
sean directivos, gestores o empleados de la compañía.
Estas operaciones
implican que estos managers pasan a ser los accionistas mayoritarios de la empresa, es
decir, los que tienen el control y toman las decisiones importantes. Con el
tiempo, la definición se ha ido ampliando y ahora también recoge aquellas participaciones
minoritarias que son significativas en la gestión.
El Management Employee Buy Out es una de las variantes
particulares que pueden darse en esta gestión financiera. En ella, los trabajadores tienen una parte
considerable de las acciones, que comparten con la dirección y otras
entidades privadas y/o públicas.
El MBO comenzó a utilizarse a finales de la década de los setenta,
principalmente en Estados Unidos, pero se empieza a llevar a cabo de manera
generalizada a partir del surgimiento de los bonos basura, que representan
deudas de alto riesgo. Viendo que podían transferir el riesgo mediante este
tipo de financiación, las compañías no tardaron en hacer un uso excesivo e
inadecuado de ello, también en Europa. A raíz de la crisis, ha aumentado la
concienciación social sobre la financiación en condiciones basura, quizá no tanto en las altas esferas que no parecen salir
tan perjudicadas.
Lo cierto es que el
riesgo real de la operación sólo suelen conocerlo los directivos y pueden
aprovecharse de la situación para obtener capital.
Ante esto, ¿puede considerarse buena
opción que los trabajadores tomen parte en el MBO?
Desde hace aproximadamente dos décadas, se empezó a incluir la posibilidad
adquirir acciones y participar en el MBO mediante el paquete retributivo. Así,
los profesionales de la empresa podían participar en la planificación
estratégica de la compañía.
El hecho de que los profesionales participen en la financiación de la empresa ofrece algunas claras ventajas para el equipo directivo gestor de la compañía. En primer lugar, supone la implicación en los proyectos en los que trabajan, no sólo como profesionales sino también como propietarios. Otra ventaja es que los proyectos gozarán de cierta independencia empresarial.
En resumen, la adquisición por parte de los trabajadores es una de las operaciones más deseables para el capital riesgo, ya que implica un equipo humano dedicado con su trabajo y capital, además del conocimiento que tienen de la actividad empresarial.
Para que esta modalidad de financiación se considere una buena opción, tanto para la dirección como para los propios trabajadores, deben darse una serie de factores clave para que la operación sea exitosa:
- Definición previa del sistema de participación: todos los asuntos relacionados con la propiedad de la empresa deben estar previamente definidos en los planes empresariales y responder a una serie de objetivos que se haya marcado la empresa con anterioridad. Esta medida pretende evitar la deslealtad por parte de la empresa.
- Participación voluntaria: la participación financiera debe ser voluntaria, especialmente para los trabajadores.
- Transparencia y claridad: los profesionales deben conocer toda la información sobre el estado financiero y la marcha de la empresa, que se les debe facilitar de manera clara. Deben estar informados de cualquier cambio que se produzca. Además, la empresa les puede proporcionar formación relacionada con la gestión financiera para que puedan tomar mejores decisiones. De esta manera, se evita que los trabajadores desconozcan el riesgo de la inversión y queden totalmente desprotegidos frente a las decisiones de la dirección.
- Distinción o separación entre salario y los ingresos de la participación: el salario tiene que estar separado de las participaciones en la empresa, para evitar que el salario esté ligado en exceso a los resultados de la inversión y el trabajador/a perciba el resultado de su propio trabajo.
La idea de que los trabajadores participen en la financiación empresarial, por tanto, es un hecho factible y una opción a considerar si efectivamente se realiza correctamente y con la intención de win to win, en la que ambas partes salgan ganando. Si, por el contrario, se lleva a cabo con el pretexto de una transferencia de riesgo malintencionada, está claro que tarde o temprano la compañía saldrá perjudicada. Lo correcto es utilizar criterios de claridad y transparencia.
El hecho de que los profesionales participen en la financiación de la empresa ofrece algunas claras ventajas para el equipo directivo gestor de la compañía. En primer lugar, supone la implicación en los proyectos en los que trabajan, no sólo como profesionales sino también como propietarios. Otra ventaja es que los proyectos gozarán de cierta independencia empresarial.
En resumen, la adquisición por parte de los trabajadores es una de las operaciones más deseables para el capital riesgo, ya que implica un equipo humano dedicado con su trabajo y capital, además del conocimiento que tienen de la actividad empresarial.
Para que esta modalidad de financiación se considere una buena opción, tanto para la dirección como para los propios trabajadores, deben darse una serie de factores clave para que la operación sea exitosa:
- Definición previa del sistema de participación: todos los asuntos relacionados con la propiedad de la empresa deben estar previamente definidos en los planes empresariales y responder a una serie de objetivos que se haya marcado la empresa con anterioridad. Esta medida pretende evitar la deslealtad por parte de la empresa.
- Participación voluntaria: la participación financiera debe ser voluntaria, especialmente para los trabajadores.
- Transparencia y claridad: los profesionales deben conocer toda la información sobre el estado financiero y la marcha de la empresa, que se les debe facilitar de manera clara. Deben estar informados de cualquier cambio que se produzca. Además, la empresa les puede proporcionar formación relacionada con la gestión financiera para que puedan tomar mejores decisiones. De esta manera, se evita que los trabajadores desconozcan el riesgo de la inversión y queden totalmente desprotegidos frente a las decisiones de la dirección.
- Distinción o separación entre salario y los ingresos de la participación: el salario tiene que estar separado de las participaciones en la empresa, para evitar que el salario esté ligado en exceso a los resultados de la inversión y el trabajador/a perciba el resultado de su propio trabajo.
La idea de que los trabajadores participen en la financiación empresarial, por tanto, es un hecho factible y una opción a considerar si efectivamente se realiza correctamente y con la intención de win to win, en la que ambas partes salgan ganando. Si, por el contrario, se lleva a cabo con el pretexto de una transferencia de riesgo malintencionada, está claro que tarde o temprano la compañía saldrá perjudicada. Lo correcto es utilizar criterios de claridad y transparencia.
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