El rechazo a las prácticas religiosas en el
trabajo, se asocian por lo general, con las minorías o la inmigración, pero el
fenómeno es mucho más complejo, pues en él intervienen factores culturales,
económicos y políticos.
El problema de la discriminación religiosa no es nuevo,
pues desde el nacimiento de las diversas culturas, se acentuó la brecha que
separaba a las personas por sus diferencias, siendo la religión, una de las
razones de mayor peso.
Ciertas organizaciones internacionales como
Naciones Unidas, llevan trabajando desde hace años, para combatir la discriminación
religiosa, incluyéndola en tratados y convenios sobre los derechos humanos.
El
campo de trabajo como reflejo de la sociedad no escapa a esa realidad, y la
expresa en la dicotomía entre algunas tradiciones religiosas y las condiciones
laborales.
Los horarios para determinadas plegarias y ritos, los días de fiesta,
las prendas propias de algunos cultos, entre otros, son factores que pueden
alterar las normas y reglamentos establecidos como políticas laborales, así
como afectar la productividad.
Sin embargo, la tendencia señala que las cosas
están cambiando, en muchos países se aprecia un esfuerzo renovado por erradicar
las prácticas discriminatorias, y las empresas comienzan a incorporar
mecanismos de adaptación, que permiten a los trabajadores ejercer sus derechos
sin violar los reglamentos internos.
El aspecto que ha propiciado esta creciente
discriminación es que las sociedades ya
no son homogéneas, hay una creciente influencia de otras culturas y
prácticas religiosas, lo cual amerita una profunda y actualizada reflexión, ya
que ambos entornos, el laboral y el religioso, se afectan recíprocamente, en
presencia de estos grupos humanos con orígenes y costumbres diferentes.
Con el aumento de una sociedad diversa, cada día
son más frecuentes las exigencias de libertad para las prácticas religiosas en
el trabajo, y aun cuando persiste la resistencia, en la mayoría de los casos
las autoridades favorecen a los trabajadores; además hay empresas que respetan los derechos de sus trabajadores, afirmando que
la defensa de los derechos religiosos no es otra cosa que "la manera de
tratar con respeto a los seres humanos, para lograr un entorno laboral
armonioso y productivo".
Grandes empresas están estableciendo espacios
apropiados para las prácticas religiosas de los trabajadores, como salas de
meditación y oración, y lavados de pies para los musulmanes, las reuniones de
empleados para orar etc.
Esto demuestra la creciente disposición de un número
cada vez mayor de personas con intención de promover y garantizar los derechos
civiles de los trabajadores, aunque obviamente la práctica queda patente un
largo camino por recorrer.
En general el respeto por el prójimo, en todos sus
aspectos, incluida la religión, cultura... es un factor de vital importancia para el buen
desempeño de cada uno en su entorno laboral.
Jonás Lopez-Areal
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